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Ben Clark
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Por Ben Clark
Estuve cinco semanas en Ruanda, a donde viajé para aprender sobre la reconciliación y la construcción de la paz tras el genocidio de los Tutsi. Desde las colinas ondulantes de Kigali hasta las aguas azules del lago Kivu, la belleza natural del pais me impactó de inmediato. Pero más que la bellea física, la gente dejó marcas inolvidables en mi memoria. Los ruandeses de todos los modos de vida fueron rápidos para sonreír y recibir a un muzungu en su “tierra de mil colinas”. De inmediato desmintieron los estereotipos internaciones de Ruanda como un país que aún está atrapado en las garras del genocidio: donde esperaba encontrar muerte, encontré un pueblo que honraba su pasado mientras miraba hacia el futuro con entusiasmo y optimismo.
Mi experiencia no habría sido tan memorable o significativa sin las maravillosas relaciones que pude forjar con los miembros de Servas Ruanda. Emmanuel y Charlotte Nyampatsi me recibieron en su casa durante varias semanas. Nuestras conversaciones diarias durante las cenas de fufu y vegetales, las tardes jugando con sus hijos y su determinacion de ayudarme a aprender todo lo posible llenaron las cinco semanas de recuerdos que nunca olvidaré. Con ellos visité monumentos a víctimas del genocidio, compartí historias, hablé de terapia comunitaria y probé el vino de banana. Claudine Uwamahoro me llevó al día de servicio comunitario umuganda de su comunidad y, mientras bebíamos cerveza y comíamos brochetas de cabra, me enseñó sobre las estrategias de resolución de conflictos que utilizó para resolver las divisiones en su aldea.
Ben Clark, viajero de Servas de Estados Unidos a Ruanda.
Traducción: Natalia Wolaniuk, Argentina.